Rosas de invierno
Frío martes de tarde,
cansado fin de jornada,
tu espina de mujer,
te hielan con la mirada,
vuelves la vista atrás
y no percibes nada,
pasos que rítmicamente,
a los tuyos acompañan,
témpano y deseo,
escalofrío, esperanza.
Anónimo que te sigue,
pero jamás te habla,
apurar tímido el paso,
ahogo, tez ruborizada,
sientes sólo un eco sordo,
y el amor que no te alcanza.
Perfume a soledad,
desatas por la calzada,
hembra invernal
de caricias olvidada,
sabes te sigue atrás,
hombre al que le agradas,
lo embrujó tu aroma,
y el rumor de tus pisadas,
te ha observado la cintura,
que a sus ansiosas manos calzan,
las volutas de tu cabello,
quiere ensortijar en su cama,
ambos lo saben y lo desean,
pero la timidez los ata,
tú en sus pasos adivinas,
hasta el ancho de su espalda,
el sensual grosor de sus labios,
y la pasión con la que ama.
Dos cuerpos se buscan
entre veredas mojadas,
se siguen y no se tocan,
la lluvia perfuma el alma,
se buscan en el reflejo,
entre vitrinas y paraguas,
se pierden entre la gente,
el tráfico los separa.
¡Se ha disuelto el amor
entre anónimas pisadas!
No saben si podrán,
volverse a ver mañana,
harán la misma ruta,
se buscarán con ansias,
no les importará la gente,
ni la tormenta desatada,
quieren ver florecer,
rosas rojas en el agua,
y el frío invierno no quiere,
ver la lluvia enamorada,
sólo paraguas grises,
y tristes las miradas.
¡Invierno cruel y egoísta!
¡Que congelar quiere las almas!
Mañana lo vencerá el amor,
cuando se encuentren las pisadas,
se enfrenten un par de ojos,
y con la timidez desatada,
se entreguen a la pasión,
de la tarde hasta el alba.
¡Rosas rojas en la lluvia,
primavera entre las sábanas!
Andrea Sierpe
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