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miércoles, 26 de septiembre de 2012


Los ojos dueños del mar

Mi pasión se transforma en frágil espuma,
que primorosa vuela rozándote el cuerpo,
rescoldos de un mar ,otrora en dócil calma,
que tu luz en mi orilla, ha tornado violento.

Se han alzado como corceles azules, mis aguas,
galopando salvajes, hasta casi tocar los cielos,
el viento moja de mi rocío salino tu cara,
es mi océano, amante, que te cubre de besos.

Remolinos de peces que jugaban en su orilla,
temerosos, buscan refugio mar adentro,
un torbellino mis ojos, que buscan tu silueta,
para cubrirte con mis aguas por completo.

Caminas hasta el borde, acabando con mi espera,
llegas a otras aguas, de perfume y sabores nuevos,
de suaves arenas, simas profundas y ensueño,
que en la luz de tus ojos, se reflejan, como espejos.

Bravía pero tierna, te amaré entre anémonas,
ensortijaré de estrellas marinas tus cabellos,
y tú quitarás mis capas, entre canto de sirenas,
lentamente…, una a una, hasta desnudarme de pétalos.

He caído en tus redes, anzuelo de palabras,
has logrado de mí…, todo, con tus versos,
abandono azul cuna que me cobija,
para caer rendida, en tus brazos tiernos.

Me despido de todo, de coral mi sortija,
un collar de perlas negras adorna mi cuello,
de blanca espuma ,está mi piel vestida,
en mi cuerpo, bordados los años que te espero.

Sólo tú , aquietas mi mar con tu mirada.
Sólo tú , te adueñas de sus secretos.
Tus ojos y tu boca, sed que me arrebata.
¡Tus besos ,quitan de mis labios, sal de océano!

Serán tuyas mis olas inagotables de mañana,
mi corazón, para ti... cofre de amor abierto.
¡Interminables lunas de caricias nuevas!
¡Para amanecer, quieta y enamorada, en tu pecho!


 Andrea Sierpe

sábado, 15 de septiembre de 2012


Resabios

Desde un rincón del salón,
tus ojos me atisban de lejos,
tratas de ignorarme…
sin conseguirlo…
inquietas tus pupilas,
mar celeste…
al borde de la tempestad.
Se cruzan nerviosas,
tu mirada y la mía,
en una frágil danza
de corazones heridos,
por flechas rotas,
de un pasado no tan lejano.
Sordos resabios de antiguos
“Si quiero”
De una pasión que naufragó,
y recaló
en el puerto del desconsuelo.
Soledades,
la tuya y la mía,
vidas errantes y ciegas
tratando de encontrarse,
de beber de la misma copa
del vino agrio del olvido.
Ambos en el mismo frío laberinto,
siempre rodeados
de sordas voces amargas,
inmisericordes,
que intentan vanamente,
con sus dedos envidiosos
descorrer preciado velo,
que urdimos para cobijar
nuestro precioso secreto.
Fuimos  amor entregado,
generoso…puro…,
entre venidas y ausencias a diario,
evitando a las viejas Parcas,
en escalas, rincones y penumbras.
Soslayando sus salivas venenosas
que escupen por desamor.
Golondrinas fuimos un día,
anunciando breve primavera.
Sólo un día,
y las espinas de la rosa
se nos clavaron hondo.
Me miras…
Te miro…
ambos con el alma hecha añicos.
Y sólo nos basta eso
para estar convencidos
que aún tenemos la rosa,
pese a sus dolorosas espinas.
¡Amor…mi doloroso amor
aún tenemos la rosa!


Andrea  Sierpe

domingo, 9 de septiembre de 2012


Dignidad…

Lenguas de doble filo, algunas,
muy hábiles al opinar,
con liviandad palabras escupen
y las emiten sin pensar.
¡Cuidado señores digo!
Hay que saber utilizar,
ciertas sentencias, que mal usadas,
mal hablan de quien las da.
Falta de criterio y sentido
se aprecian en el hablar,
cuando sin pensar acusamos,
falta de dignidad.
La dignidad es inherente
a todo ser humano,
 sin discriminar,
es lo único que no perdemos,
en vida y muerte jamás.
Al privar a alguien de ella
actuamos  con  soberbia,
sin decoro e impiedad.
Dignidad tiene el rico en su riqueza,
y  hasta el pobre en mendigar.
Nacemos con ella todos,
Dios nos la dio por igual.
La dignidad no se pierde
ante cualquier banalidad,
es lo más preciado que tenemos,
no la pierde el débil,
no la destruye el mal amar,
no la mata la miseria,
ni la menoscaba la edad.
Dignidad es palabra sagrada,
con la que no se debe jugar,
sobre todo públicamente
donde todos puedan mirar.
Se cuelgan del escarnio
algunos… sólo por lastimar,
eso tiene un solo nombre,
se llama simplemente…crueldad.
En “cristiano” hay muchas otras
que puedes utilizar,
pero las grandes como ésta
prívate, prudente, de manejar.
Es un pecado muy grande
quitarla falto de probidad,
vale más para el hombre
en toda su orfandad,
que la honra, la pureza,
los bienes y la amistad.
Desdícete de tu mal juicio,
es de grandes  aceptar,
que a veces se cometen errores
sin mediar en ello maldad.
Y nunca más en tu vida,
te atrevas  a tu prójimo
de ella despojar,
a menos que seas tan puro,
y de tan alta dignidad,
como el Cristo mismo que dijo
en una lección de bondad:
“Que tire la primera piedra
él que libre de pecado está”


Andrea Sierpe
(2011)

viernes, 7 de septiembre de 2012


Cuando amanezca mañana


Cuando amanezca mañana,
trátame suave,
como un lirio quebrado,
como  un ave de alas rotas
que una vez migró,
en busca de un corazón ajeno,
que creyó equivocadamente suyo.
Regazo huérfano de un regazo
al que ansiaba honesto y cálido,
para refugiar la pequeñez
de una golpeada existencia.

Volé como un ave ingenua,
que buscaba los brazos
de un fuerte roble
en el cual anidar,
una tierna esperanza
que llegaba hecha verso
empapado de amor y sal.

Para terminar con culpa,
en un frío adiós,
en dolorosa espera,
renegando mi soledad,
abrazando noche tras noche
una lápida con rosas marchitas.

Por favor…abrígame…
tengo frío…
desde dentro me inunda su hielo,
y su voz como huracán,
inmisericorde, acusadora,
retumba en mi cabeza,
abriendo una y otra vez
mis heridas.

Pérdoname…
sabes que ya no te amo
pero, no impediré que tú lo hagas.
Necesito palabras dulces,
aunque sean de tus crueles labios
que tanto daño antes me hicieron.

Tómame en brazos
y deposítame sola
en un rincón cálido,
en el último cuarto,
de la que fue mi casa,
desde donde pueda ver
como tímidamente,
florece esta triste primavera.


Necesito ahora más que nunca,
el trino más dulce,
el gorjeo alegre
de mis dos joyas…
que es lo que me trae aquí.

¡Déjalos entrar…
ya no importa que me vean así!
De mis errores aprenderán.
¡Son fuertes!
¡Mi dolor los ha hecho fuertes!

Y si quieres ver brillar mis ojos
llévame en un largo viaje…
lejos de aquí…cerca del mar,
donde más furiosas sean
las oscuras olas
de mi mar del sur.

Y pese a todo lo pasado,
no me juzgues…
no me sigas en mis atribulados pasos,
que marcan erráticas huellas
en la arena.

No preguntes…
y si me ves llorar…calla,
sólo alcánzame un pañuelo
para secar mi llanto.
Dame tiempo…
te lo pido por lo que fuimos,
Dame mis hijos y tiempo…

Después que muere la tarde
siempre habrá sobre las olas
la tibieza de un nuevo sol.



Andrea  Sierpe