Cuando
amanezca mañana…
Cuando
amanezca mañana,
trátame
suave,
como
un lirio quebrado,
como un ave de alas rotas
que
una vez migró,
en
busca de un corazón ajeno,
que
creyó equivocadamente suyo.
Regazo
huérfano de un regazo
al
que ansiaba honesto y cálido,
para
refugiar la pequeñez
de
una golpeada existencia.
Volé
como un ave ingenua,
que
buscaba los brazos
de
un fuerte roble
en
el cual anidar,
una
tierna esperanza
que
llegaba hecha verso
empapado
de amor y sal.
Para terminar con culpa,
en un frío adiós,
en dolorosa espera,
renegando mi soledad,
abrazando noche tras noche
una lápida con rosas marchitas.
Por
favor…abrígame…
tengo
frío…
desde
dentro me inunda su hielo,
y
su voz como huracán,
inmisericorde,
acusadora,
retumba
en mi cabeza,
abriendo
una y otra vez
mis
heridas.
Pérdoname…
sabes
que ya no te amo
pero,
no impediré que tú lo hagas.
Necesito
palabras dulces,
aunque
sean de tus crueles labios
que
tanto daño antes me hicieron.
Tómame
en brazos
y
deposítame sola
en
un rincón cálido,
en
el último cuarto,
de
la que fue mi casa,
desde
donde pueda ver
como
tímidamente,
florece
esta triste primavera.
Necesito
ahora más que nunca,
el
trino más dulce,
el
gorjeo alegre
de
mis dos joyas…
que
es lo que me trae aquí.
¡Déjalos
entrar…
ya
no importa que me vean así!
De
mis errores aprenderán.
¡Son
fuertes!
¡Mi
dolor los ha hecho fuertes!
Y
si quieres ver brillar mis ojos
llévame
en un largo viaje…
lejos
de aquí…cerca del mar,
donde
más furiosas sean
las
oscuras olas
de
mi mar del sur.
Y
pese a todo lo pasado,
no
me juzgues…
no
me sigas en mis atribulados pasos,
que
marcan erráticas huellas
en
la arena.
No
preguntes…
y
si me ves llorar…calla,
sólo
alcánzame un pañuelo
para
secar mi llanto.
Dame
tiempo…
te
lo pido por lo que fuimos,
Dame
mis hijos y tiempo…
Después
que muere la tarde
siempre
habrá sobre las olas
la
tibieza de un nuevo sol.
Andrea Sierpe
No hay comentarios:
Publicar un comentario