Resabios
Desde
un rincón del salón,
tus
ojos me atisban de lejos,
tratas
de ignorarme…
sin
conseguirlo…
inquietas
tus pupilas,
mar
celeste…
al borde de la tempestad.
Se
cruzan nerviosas,
tu
mirada y la mía,
en
una frágil danza
de
corazones heridos,
por
flechas rotas,
de
un pasado no tan lejano.
Sordos
resabios de antiguos
“Si
quiero”
De
una pasión que naufragó,
y
recaló
en
el puerto del desconsuelo.
Soledades,
la
tuya y la mía,
vidas
errantes y ciegas
tratando
de encontrarse,
de
beber de la misma copa
del
vino agrio del olvido.
Ambos
en el mismo frío laberinto,
siempre
rodeados
de
sordas voces amargas,
inmisericordes,
que
intentan vanamente,
con
sus dedos envidiosos
descorrer
preciado velo,
que
urdimos para cobijar
nuestro
precioso secreto.
Fuimos
amor entregado,
generoso…puro…,
entre
venidas y ausencias a diario,
evitando
a las viejas Parcas,
en
escalas, rincones y penumbras.
Soslayando
sus salivas venenosas
que
escupen por desamor.
Golondrinas
fuimos un día,
anunciando
breve primavera.
Sólo
un día,
y
las espinas de la rosa
se
nos clavaron hondo.
Me
miras…
Te
miro…
ambos
con el alma hecha añicos.
Y
sólo nos basta eso
para
estar convencidos
que
aún tenemos la rosa,
pese
a sus dolorosas espinas.
¡Amor…mi
doloroso amor
aún
tenemos la rosa!
Andrea Sierpe
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