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jueves, 14 de abril de 2011

Te imagino

Te imagino cuando estoy solo, libre de cargas,
la vista perdida en el horizonte, sobre la hierba,
en la playa, el mar enfrente con sus olas,
el olor de su brisa salada, y tú corriendo descalza
mientras el agua acaricia tus pies, y te giras
y me ves y me lo dices todo con una mirada.

Te imagino en tus días alegres y también en tus penas,
en tu celo de madre, en tu quehacer diario,
en tu vida de enseñanza, en las prisas y el despacio,
en tus alumnas y compañeras, en no tener más tiempo,
en tus ansias de libertad y en tus cadenas.

Te imagino como hija, tierna con los padres,
pero también como amante, cálida, suave,
enredada en mi cuello y tus dedos rozándome,
pasión desatada, fuego en la sangre, los dientes
como cuchillas, y ver amanecer juntos
fundidos en uno y seguir amándote.

Te imagino mientras hablas, y veo tu boca,
y paso la mía por la copa y, al posarla,
pienso en ti, en que beso tus labios,
y mis manos acarician el cristal de tu piel,
y mi nariz se embriaga con tu olor y tu aroma.

Te imagino toda, cuando estás feliz
y cuando estás enfadada, carácter a eso se llama,
y me imagino todo lo bello que hay, que me pierdo,
detrás de esos ojos que me seducen y atrapan.

Te imagino tanto que me duele el alma,
no hace falta que me hables, tu ausencia me acompaña,
mis días ya no se visten de gris,
porque sé que estás ahí,
que eres una vela que sólo necesita un barco
para ser desplegada, para ondear libre,
para navegar con mi aliento y ser amada.

Te imagino, no sabes cuánto, no sabes más...

Para ti, Andrea.

Gonzalo  Otamendi

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