Acallar mis manos
Todo humo, todo niebla, todo fuga,
ahogar por discreción , el sentimiento,
silencio cómplice, oculta entrega,
sin miradas ajenas los encuentros.
Del fuego, no dejar de rastro ni las pavesas,
borrar las huellas de todo beso,
amor escondido en el quicio de las puertas,
en tinieblas todo desenfreno,
manos invisibles e inquietas,
bocas que se devoran el aliento,
ojos que de noche centellean,
en luna de deseo, hambrientos,
en las sombras, su refugio encuentran.
¡No hables corazón , guarda silencio!
Guarda para ti el amor de tus palabras,
hazte invisible, que no te delate el verbo,
que no queden huellas de tus pisadas,
sobre los caminos que conducen a su cuerpo.
Borra todo fulgor de tu mirada,
oculta tus ojos bajo oscuro velo,
que nadie se entere de tu alma enamorada,
No te permitas canto, sonrisas ni celos,
Desdibuja tu risa, esconde tu esperanza,
la razón primero, después el sentimiento,
“Me gustas cuando callas…”
De todos los versos, tu preferido,
hombre, que sutil, a su amada le ordena:
“Que esté ausente”, que así es de su gusto,
no dar motivo a las gentes de pública condena.
¿Qué peor condena que un corazón silente y roto?
El amor me obliga obediencia,
con este poema te la respondo,
he guardado silencio, como mandas,
a nadie he mencionado lo nuestro,
palabras no han salido de mi boca,
pero, nada dijiste de prohibir lo escrito,
el decir …,un dibujo en el agua,
éstas, las escritas, no se las lleva el viento.
Podrás acallar, caballero, mi lengua,
pero, ni en sueño atrevas ,amarrar mis manos,
la lengua es prestada de tu lejana tierra,
mas mis manos, nacieron libres de este suelo.
¡No tienen cadenas, nadie las ata!
¡Son como palomas, libres de plasmar estos versos!
Andrea Sierpe
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