Dignidad…
Palabras de doble filo, algunas,
que se dicen al juzgar,
con liviandad se escupen
y se emiten sin pensar.
¡Cuidado señores digo!
Hay que saber utilizar,
ciertos términos que mal usados
mal hablan de quien los da,
falta de criterio y sentido
se aprecian en el hablar.
cuando sin pensar acusamos,
falta de dignidad.
La dignidad es inherente
a todo humano, sin discriminar,
es lo único que no perdemos,
en vida y muerte jamás,
privar a alguien de ella
es actuar con soberbia y sin piedad,
dignidad tiene el rico en su riqueza,
y el pobre hasta en mendigar,
nacemos con ella todos,
todo hombre por igual,
la dignidad no se pierde
con cualquier banalidad,
es lo más preciado que tenemos,
no la destruye el amar,
no la mata la miseria,
no la menoscaba la edad,
dignidad es una palabra sagrada,
con la que no se debe jugar,
sobre todo públicamente
donde todos puedan mirar,
y colgarse del escarnio
algunos sólo por lastimar,
eso se llama crueldad
por dónde lo quieras mirar,
en castellano hay muchas otras
que puedes utilizar,
pero las grandes como ésta
prívate livianamente de manejar,
a menos que seas tan puro
y de tan alta dignidad,
como el Cristo mismo que dijo
entre nosotros al estar:
“Que tire la primera piedra
él que libre de pecado está”
y un pecado bien grande
está en quitar la dignidad
más que la pureza y la honra,
los bienes y la amistad.
Desdícete de tu mal juicio,
es de grandes hombres el aceptar,
que a veces se cometen errores
sin mediar en ello maldad,
y nunca más en tu vida
sea de quien sea quieras opinar,
¡Te atrevas a acusar a tu prójimo
de no tener dignidad!
Andrea Sierpe
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