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domingo, 2 de septiembre de 2012

Ya no más...


Ya no más

He abandonado ya
toda esperanza cautiva
en un pañuelo,
húmedo testigo
de mis noches vacías.

Con dedos heridos
estoy depositando nuestra vida,
en las mismas tristes cajas
con las que aquí llegué,
llena de amorosa ilusión.

Desarmo ésta,
la que era nuestra casa…
la promesa de una vida juntos,
con manos y piel entrelazadas,
solos contra todo y todos.

Te has ido…
y sellado tus labios
(sólo mudos para mí)
a la que decías querer,
a esta loca enamorada
que depositó en ti
toda las promesas de amor
que albergaba por años.

Esperé toda una vida por ti…
todas mis vidas por ti,
y no viste más allá
de la que podía ahora,
quebrada, ofrecerte.

“Nunca cambiarás”
“No sabes amar”
Son las joyas
que clavaste en mi pecho,
en mi corazón desnudo
de mujer frágil,
resabio del castigo del desamor
que la fustigó sin piedad.

No supiste esperar
todo pesó más que mi entrega,
tierra, sangre, mar…todo pudo más
que el querer sincero
de un alma en súplica.

Ya no quiero vivir…
Ya no más entrega…
No quiero ver más espaldas
alejándose indolentes
mientras mi alma se consume
en este nido desamparado
que dejaste vacío.

No merecía ser pisoteado
el sentimiento más noble
la entrega más pura
que tuve en mi vida.

La vida…la vida se encarga,
en algún momento,
volverás la vista
y entonces, ya no me verás.

No habrá brazos extendidos,
ni ojos suplicantes de un “te quiero”.
Y los años se dejarán caer
como buitres hambrientos sobre ti.

Pero no encontrarán corazón que devorar,
ése…ése lo dejaste olvidado
en una maleta,
en un rincón de tu casa,
junto a unos versos tontos
con los ruegos de una pobre mujer que te amó.

Una mujer sin alma,
que ya ha comenzado a transitar,
por el espinoso camino,
sin retorno,
del olvido.


Andrea  Sierpe

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